viernes, 29 de mayo de 2009

LAS ETIQUETAS PARA LOS PRODUCTOS

LAS ETIQUETAS PARA LOS PRODUCTOS

¿Se imagina un centro comercial en el cual ninguno de los productos tuviera etiquetas? ¿A qué tardaría más en comprar lo que le interesa? El hecho de que estos productos tengan etiquetas tiene su razón lógica, nos informa del precio que tiene, la marca a la que pertenece, y nos señala cuales son sus componentes. Al fin y al cabo, es una manera productiva de ahorrar tiempo y esfuerzo a la hora de elegir entre todas las cosas que se nos ofertan en una gran superficie. Uno va a la tienda con una idea predeterminada de las cosas que se llevará a casa.
Ahora, ¿a qué sería una locura que cada uno de nosotros anduviéramos por la calle con una pegatina en la frente en la que se nos describiera superficialmente? Entonces ¿a qué viene esa manía de los adultos para etiquetar a los más pequeños?, ¿cómo nos consideramos con el derecho de reducir tan solo a una cualidad a toda una persona? Esta forma de hablar la tenemos casi todas las personas y no se sabe muy bien el por qué de su razón. Casi todo el mundo ha sufrido las consecuencias de su utilización sin embargo, ninguno aprende de ello y deja de hacerlo cuando tiene la oportunidad.
- ¡Este niño es más trasto! Su hermana sin embargo, es mucho más tranquila.
- ¡Eres un desastre! No me extraña que tengas tan pocos amigos.
Una cuestión fundamental es: ¿por qué etiquetamos? He hallado tres posibles respuestas:
1. Porque al situarnos en una posición superior al de otra persona (padres, profesores,…), nos creemos con el derecho de juzgarla.
2. Porque recibimos esas expresiones en nuestra infancia, y creemos que es adecuado repetirlas para formar una educación semejante a la que obtuvimos nosotros.
3. Porque somos inconscientes de las repercusiones que estos juicios pueden acarrear al individuo afectado.
¿Qué efectos se consiguen si etiquetamos?
- “El niño aprende a pensar que su conducta es sinónimo de su persona”. “Cuando el valor personal depende de la realización, está sujeto a cancelación ante cada paso erróneo”.- Dorothy Corkille-
En vez de juzgar a la otra persona en su totalidad, hay que mencionar el acto en cuestión que realiza mal, o expresar que aquello que hace nos afecta.
“Casi siempre se nos valora por lo que hacemos, y no por el hecho de que existamos”
- El niño no se siente apreciado. “Los juicios son cortinas de humo que impiden el paso del amor”. “Los niños sobreviven en la aceptación, pero no florecen en ella”.- Dorothy Corkille-
El hecho de posicionarnos como jueces crea una distancia en la relación entre ambas personas. El niño puede sentirse aceptado pero nunca apreciado en estas circunstancias.
- El niño no se siente comprendido. “En nuestra mayor parte, no somos irrespetuosos voluntariamente. Ocurre simplemente que olvidamos ponernos en el lugar de los niños” “La empatía consiste en oír con el corazón y no con el cerebro” “La empatía ayuda a dejar los juicios de lado”.- Dorothy Corkille-
¿Cómo evitar esta forma de expresión?
- Sólo manifestar desacuerdo por las actitudes que pueden ser molestas del niño (su conducta).
- Darle a conocer que los comportamientos pueden cambiar y mejorar con nuestro esfuerzo, pero lo que realmente no queremos es cambiar su personalidad o sus cualidades.
- Expresarle nuestra aceptación y aprecio y hacerle comprender que nos importa y afecta sus comportamientos, sentimientos y pensamientos.

Antes de educadores, padres o tutores somos personas, y es imprescindible hacerles comprender a nuestros alumnos/as de nuestra condición. Etiquetar a los pequeños es una mala actitud que tenemos muchos adultos, y podemos evitarla con nuestro esfuerzo. Si somos capaces de cambiar aún siendo ya mayores, ¡qué ejemplo estaríamos dando de perfeccionamiento a nuestros pequeños!
No exijamos a los niños lo que no somos capaces de realizar nosotros mismos.

Me gustaría finalizar esta entrada con una cita sacada del libro (al igual que las demás citas) “El niño feliz” de Dorothy Corkille:
“Si tratara yo a mis amigos como lo hago con mis hijos, ¿cuántos amigos tendría?”

Laura Pareja Almodóvar


(Sentimos la tardanza. Más vale tarde que nunca)

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